Este post va dirigido a piropear cada una de las zonas de mi amada Madrid. En él, os contaré todo lo que he ido y sigo descubriendo de esta adictiva ciudad desde la experiencia de alguien que vino con un montón de sueños y un lienzo en blanco en el que dibujar experiencias. Abordaré cada uno de los barrios madrileños más famosos desde el punto de vista del tipo de negocios que definen cada una de estas zonas.

Mención obligatoria: los grandiosos Paseos que unen Madrid de norte a sur.

El Paseo de las Delicias, el Paseo del Prado, el Paseo de Recoletos y el Paseo de la Castellana. Comencemos por el sur, con el Paseo de las Delicias, dónde nuestro workspace se encuentra ubicado. Este paseo está claramente influenciado por el incesante transcurrir de viajeros que llegan a diario a la grandiosa Estación de AVE de Atocha. Un amplio intervalo de restaurantes puebla sus calles, desde los más tradicionales mesones asturianos hasta las más económicas franquicias de comida rápida. ¿Por qué decidimos ubicar nuestro centro de negocios en mitad de este paseo? Pues precisamente debido a la inmensa cantidad de personas que viajan por motivos de negocios a esta gran ciudad. La comodidad y el tiempo bien aprovechado son dos aspectos muy cotizados hoy en día, y de eso tratamos de ocuparnos desde Inspira Atocha. Situados a menos de cinco minutos andando de esta famosa estación, ofrecemos a estas ocupadísimas personas todo lo que necesiten para realizar sus trabajos; desde pequeños despachos para cerrar acuerdos o citarse con sus clientes, hasta grandes salas modulares para importantes reuniones, con o sin sillas, con o sin mesas, pantallas, proyectores, altavoces, servicio de catering, tanto en desayunos como en comidas, desde productos más tradiciones hasta menús más rompedores, servicio de secretariado personalizado, hasta un espacio de coworking para relajarte o para reuniones más informales. Tú pide, y desde recepción, mis compis y yo trataremos de que no tengas que preocuparte de absolutamente nada más que de cerrar tu reunión de la forma más satisfactoriamente posible.

Pero demos un pequeño salto de distritos. Me gustaría continuar con este tour hablando del primer punto con el que tuve contacto nada más pisar Madrid y que, por ello, lo tengo tan calado en mi corazón:

Todo comenzó en Chamberí.

Cuando decidí venir a Madrid y comenzar a andar sola sin caminar sujeta de la mano de nadie, no tenía ni repajolera idea de dónde buscar un techo en el que vivir. Me recomendaban zonas, barrios, me hablaban de líneas de metro, de escuelas y de parques. Y yo no tenía ni idea de qué era lo mejor para mí. Así que, fui práctica. Llamé a una antigua compañera de clase que sabía que llevaba cinco años estudiando medicina en Madrid y le pedí consejo. A lo que ella me contestó: Irene, he vivido en muchas zonas durante todo este tiempo. Pero para ti y para mí, que venimos de pueblos donde todos nos conocemos y nos saludamos por la calle, Chamberí es nuestro barrio.

Así que no lo pensé más. A las dos semanas, ya estaba decorando mi humilde estudio en la Calle de Galileo, pura esencia del barrio más castizo de Madrid. En el inicio de mi experiencia, no conocía a absolutamente nadie en la ciudad. Mi máster se impartía de lunes a miércoles en horario de mañana, así que imaginaros el tiempo libre que tenía. Tiempo que compartía conmigo misma, dadas las circunstancias. Así que me dediqué a explorar.

Al principio comencé por el barrio.

Chamberí se caracteriza por ser uno de los distritos más tradicionales y castizos de Madrid. Lo que más destaca de él es su innumerable cantidad de locales, bares y restaurantes. Desde pequeñas tascas de azulejos azules y blancos, de paredes decoradas con decenas de imágenes de corridas de toros y chulapos bailando en la Plaza Mayor, a bares reformados y con cierto aire bohemio especializados en licores artesanales de cualquier punto del mundo. ¿Cerveza? Mahou, por supuesto, ¿y el vermú? De grifo. ¡Ah! Y siempre acompañado de una generosa tapa (la paella y la ensalada de patata encabezando el top ten de mejores picoteos). Una maravilla.

Yo vivía muy cerca de la estación de metro de Argüelles, bajando por la paralela calle de Gaztambide. El cambio, en mi opinión, es brutal. La calle de la Princesa, que conecta directamente la Gran Vía de Madrid a la estación de metro de Moncloa, se caracteriza por el comercio de moda. Desde tiendas de ropa más conocidas como Zara o Bershka, hasta pequeños comercios de herencia centenaria de lencería fina. Destaca el grandioso Corte Inglés que se eleva en la calle arterial de Alberto Aguilera, siempre hasta los topes de personas con ansia de encontrar las mejores ofertas de cualquier sector comercial.

Sin embargo, si nos acercamos más hacia la zona de Moncloa, área universitaria madrileña por excelencia, el ambiente cambia radicalmente. Cómo se nota que los estudiantes estábamos muy flojos de dinero. En este barrio puedes encontrar todas las franquicias de comida que te puedas imaginar. Te hablo de este tipo de franquicias que te ofrecen: Bocata de Lomo y Bacon + Ración de nachos con queso y guacamole + Bebida XXL por 5 euros en total. Crema para los que sólo gastan y no ingresan, definición aproximada de un estudiante universitario. Creo que me he podido sentar en un sitio de esos como tres veces en mi vida dada la altísima demanda que tienen. Ni una mesa vacía. Nunca. ¿Por qué será?

Y sin salir del distrito de Chamberí, pasamos a todo lo contrario: oficialmente el barrio de moda para los treintañeros con los bolsillos más pudientes, Ponzano. Son cientos los bares y restaurantes que encontrarás en este barrio, todos divinamente decorados e increíblemente originales que no te harán olvidar tu paso por ellos. Muchos de ellos se convierten en discotecas a partir de una cierta hora (de lunes a domingo, una locura), cambiando las ensaladas y raciones de calamares por copas de ginebra y mohitos de mil sabores. La verdad que los precios son bastante elevados, pero merece la pena no pensar de vez en cuando y darte un buen capricho gastronómico agarrado del brazo de tus amigos.

De hecho, os voy a dejar un vídeo muy cortito, publicado por la Inmobiliaria Lucas Fox, que muestra a la perfección cómo es la vida en el Distrito de Chamberí que me ha producido una nostalgia inmensa:

https://www.youtube.com/watch?v=HfO5vA0Ydw8

Pero continuemos con el tour. La divertida bohemia madrileña.

Malasaña. Son innumerables los recuerdos que tengo de este increíble barrio. Estaba muy cerca de mi casa, sólo tenía que bajar por la Calle de Galileo y girar hacia la izquierda por la gran Alberto Aguilera, repleta de tiendas de perfumes, moda, hogar, muebles, joyerías, etc.  y continuar hasta la parada de metro de San Bernardo. Me llamaba mucho la atención la cantidad de oficinas bancarias que encontraba en esta zona. Bancos y concesionarios. Incontables. Bajando por la calle de San Bernardo, giraba a la izquierda en la mítica Calle de la Palma. ¡Y boom!, aparecías en otro universo.

Dejabas las fachadas renacentistas con ventanales señoriales y ornamentados portales, para adentrarte en el paraíso de la bohemia, estrechas calles cuyas paredes se encuentran llenas de grafitis (más tarde me enteré de que una vez al año se celebra el “Pinta Malasaña”, una fiesta dedicada a pintar todas las paredes del barrio) donde todavía se puede respirar la rebelde atmósfera de la Movida Madrileña que quedó impregnada en cada rincón, ladrillo y baldosa desde los años 80.

Lo que más me llama la atención de este lugar es la grandísima cantidad de tiendas de ropa de segunda mano que pueblan sus calles (bueno, “ropa vintage”, como lo llaman ahora).  De hecho, una vez entré en un local donde vendían ropa a peso. Creo que ese día me compré tres camisas, un abrigo y un vaquero por menos de 15 euros (que no me lea mi madre, poco o nada amiga de este tipo de artículos). También puedes encontrar cientos de tiendas de artesanía de todo tipo; muebles, pinturas, decoración, pero también complementos como colgantes, pulseras, anillos y pendientes (admito que también he ido adquiriendo un largo listado de estos elementos). De todo. Destacar también su extensa cantidad de bares y locales alternativos que elevan su atmósfera a la más alta esencia underground. Por experiencia diré que los precios de las consumiciones se están viniendo muy arriba, supongo que por eso de que cuando algo está de moda, los dueños de los negocios se frotan las manos, pero es que realmente merece la pena visitar estos garitos, auténticos museos de la música que marcó la generación de la Movida Madrileña. Admito que he pasado horas y horas de mi vida recorriendo este barrio, admirando sus coloridas calles, perdiéndome en la inmensidad de librerías de libros, unos nuevos y otros usados a precios de risa, dejándome llevar por los pasillos de las tiendas de música con altísimas estanterías repletas de obras maestras que jamás esperé encontrar, conociendo a personas cuyos relatos de sus vidas me han dejado con el corazón en un puño en más de una ocasión. Recuerdo una noche de verano que salí con una amiga a tomar algo por la Plaza de la Dos de Mayo. Ese día conocimos a un grupo de chicos argentinos que llevaban una guitarra y una caja de percusión. Resulta que tenían un grupo de música juntos (Los Telepáticos se bautizaron) y estaban tratando de que alguno de los bares del barrio les dejara tocar en directo para poder darse a conocer… Los pobres no tuvieron mucha suerte pero recuerdo que nos pusimos a cantar con ellos mientras tocaban sus instrumentos. Nos divertimos muchísimo. Bueno, pues como dos años más tarde, paseándome por el curioso mundo de las redes sociales, apareció un cartel de un festival de fama internacional al que quería ir como cada año. No os podéis imaginar mi cara cuando vi que uno de los principales teloneros eran ellos. Increíble. Esta es la esencia a la que me refiero al hablar de mi querida Malasaña, nunca sabes qué o a quién te podrás encontrar ni cómo acabará tu noche. Otro día, salí con mi prima a bailar a una discoteca de música de los años ochenta situado muy cerquita del metro de Bilbao. En un momento de la noche, fuimos al baño  y nos topamos con que todos estaban ocupados. Típico. Mientras esperábamos, no sin cierta desesperación, se abrió una de las puertas y de ese baño salió la famosa cantante conocida por ganar la primera edición del concurso de Operación Triunfo: Rosa de España. Nos miramos como… esto es mentira. Pero, no, y allí en los baños cutres de aquel antro del rock estuvimos hablando con ella y sacándonos fotos juntas. Pero bueno, pasemos a otra zona madrileña, porque si me pongo a narrar todas mis experiencias en este barrio, acabamos pasado mañana.

En el metro de Tribunal, punto de encuentro de amigos, compañeros de trabajo y de nerviosas primeras citas, comienza la calle de Fuencarral. El negocio predominante de esta larga calle está bastante claro y definido: compras, compras y más compras. Conocidísimas firmas de marcas de ropa, zapaterías, cosmética, de un rango de precios bastante amplio, desde las típicas franquicias que todos conocemos hasta marcas poco sonadas y no para todos los bolsillos.

Esta calle separa los barrios de Malasaña y de Chueca. Chueca es bastante parecida a Malasaña en cuanto a comercios, pero el ambiente es completamente distinto. Aquí las tiendas “Vintage” son realmente tiendas “Vintage”, con ropas de alta costura a precios muy elevados. Si quieres encontrar una prenda única que no se la verás puesta a nadie más por la calle, tu destino es Chueca.

Si recorres la Calle de Fuencarral hasta el final, y encima lo has conseguido sin caer en la caprichosa tentación de adquirir algún enser, malas noticias, porque aquí está la grandiosa Gran Vía de Madrid. Sede del consumismo más capitalista, una amplia calle en la que cada portal corresponde a una tienda diferente. Fuencarral se diferencia de La Gran Vía principalmente en la rica oferta de locales dedicados a la hostelería y al turismo de ésta última. Paseando por ella, encontrarás desde hoteles de cinco estrellas hasta pequeños hostales, para los más humildes itinerantes. También destaca la grandísima oferta gastronómica que alberga, pero en este caso, no hablamos de castizos y pequeños bares tradicionales, como en mi amada Chamberí. No. En este caso hablamos de los grandes gigantes de fama mundial, como McDonnals, Burguer King, y otras franquicias similares con ofertas de combos de comida rápida a precios muy económicos. Por último, los teatros. La Gran Vía está repleta de enormes cines y grandiosos teatros bastante conocidos en los que todos los días del año se celebra algún acontecimiento o se lleva a cabo alguna actuación. Una pasada.

El Centro. Corazón de la ciudad.

Desde la parada de metro de Callao hasta la Plaza del Sol, más de lo mismo. Epicentro de las compras y del turismo madrileño, no hay subvenir ni recuerdo de tu paso por Madrid que no encuentres en Calle Preciados, en Calle de la Montera o en Calle del Carmen (no olvides adquirir tu boleto de lotería en Doña Manolita, y mejor si es antes del mes de octubre si no quieres hacer cuatro horas de cola como yo). Si seguimos caminando, llegamos a la famosa Plaza Mayor y a la Calle de la Cava de San Miguel, conocida por sus mesones de todo tipo y con especialidades típicas de diversas zonas de nuestro país. Mesón Extremeño, Mesón de la Tortilla de Patata, Mesón Asturiano, Mesón del Champiñón,… mesones y más mesones. Si tienes visita y no sabes dónde ir a comer, te recomiendo esta calle al 100% (por experiencia, a todas mis visitas les ha enamorado). Digamos que es un comienzo de lo que nos espera al llegar a La Latina, negocios y más negocios dedicados a la gastronomía y al ocio dirigido a grupos de amigos con mucha sed y muchas ganas de desconexión y jarana.

La vena artística y más alegre. El sur.

Cuando mi economía maltrecha me sugirió que quizás sería una buena idea el plantearme buscar piso en otra zona más económica y ya de paso compartir gastos con compañer@s de piso, muy a mi pesar, hice la maleta y me trasladé al barrio de Embajadores, al sur de Madrid. Al principio no me gustaba mucho, me veía muy lejos de las zonas a las que estaba tan acostumbrada a transitar. Sin embargo, me costó muy poco sentirme nuevamente como en casa. Embajadores destaca por la gran cantidad de micro-teatros y teatros de la improvisación que se instalan en sus calles. Se respira un ambiente muy acogedor y bohemio, y las personas son de lo más cercanas y pintorescas (se ven muchísimos actores y actrices a diario). Bueno, pues desde que me mudé a mi nuevo hogar, es ley para mí acudir cada domingo al Rastro. Para quien no lo sepa, el Rastro es un macro mercadillo compuesto por inmensidad de puestos que ofertan absolutamente todo tipo de objetos. Bien es cierto, que la arteria principal y más turística por donde transcurre este mercado, es menos original, ya que consiste en puestos de ropa al uso, complementos, bisutería, decoración, etc. Sin embargo, si te aventuras a callejear por las múltiples ramificaciones de esta gran avenida, puedes alucinar con los comercios de esta zona… Miles de negocios de venta de antigüedades que van desde objetos de decoración del siglo XVIII, muñecos antiguos, vinilos de música, tebeos, vajillas,… hasta pelucas, monedas, tornillos y tuercas. Yo es que he visto ya DE TODO. El resto de los días de la semana, estos anticuarios también abren sus puertas al público, solo que no sacan sus artículos a la calle en sus puestos ambulantes.

Los sábados, toca paseo. Suelo alternar entre el Barrio de Lavapiés y el de Tirso de Molina, muy similares pero completamente diferentes. Lo que más destaca del mestizo Lavapiés es la multiculturalidad. Los negocios por antonomasia son bares y restaurantes de comida de origen asiático. De hecho, cada mes de octubre se celebra el mítico Tapapiés. Como loca amante del vermú torero, este plan me encanta. Cada uno de los bares del barrio elabora una tapa característica y la oferta junto a su correspondiente bebida por tan sólo 2 euros. La mayoría son comercios pakistaníes por lo que el 90% de las tapas consisten en rollitos vietnamitas, verduritas salteadas con vinagreta de soja y carnes muy especiadas. Aunque también puedes encontrar tapas de sabores más mediterráneos como pulpo, tostas de gulas con gambas, huevo frito o incluso pizza. Así que si no te va lo asiático, que no cunda el pánico.

Otros sábados, me decanto por pasear por el barrio de Tirso de Molina. Reconozco que la primera vez que me aventuré por sus estrechas callejuelas sentía que no estaba Madrid. El aire está impregnado de fragancias procedentes de inciensos y especias y casi se puede saborear el aroma de los platos típicos de la cocina senegalesa. El choque cultural es brutal. Queda claro que el negocio de esta zona gira entorno a la venta de artículos procedentes de países africanos, y también me sorprendió toparme con tal cantidad de peluquerías afroamericanas y locales de esteticien dirigidos a la decoración de uñas acrílicas, venta de pelucas para mujeres y tiendas de esoterismo donde encontrar objetos curiosísimos para actos mágicos y cualquier baraja para leer el tarot. Durante el día, la Plaza de Tirso de Molina se convierte en un mercadillo donde hortelanos, fruteros y jardineros ofrecen sus productos a voz en grito a los viandantes que transitan la plaza. Sin embargo, por la noche la cosa se transforma. La zona se llena de bares y discotecas de todos los estilos que te puedas imaginar. Pero, la Reina de la Corona es sin duda alguna, Medias Puri: macro-discoteca clandestina que comenzó siendo una humilde tienda de barrio de lencería femenina y acabó transformándose en un paraíso del surrealismo más divertido y transgresor de la época, donde bailar hasta el amanecer rodeado de actuaciones acrobáticas y espectáculos de lo más desconcertantes. Da igual si te va la fiesta o no, es una parada obligatoria. Después de visitarlo, me entenderás.

Lo más Chic de lo Chic.

Finalmente, nos encontramos con el Paseo de la Castellana, partiendo de la Plaza de Colón, en la señorial y elegante zona de Serrano, perteneciente al más sofisticado barrio de Madrid: Salamanca. ¿Que qué te vas a encontrar por aquí? Pues los comercios más chic de la ciudad, así como restaurantes de morro fino y hoteles para los bolsillos más pudientes. La estética de este primer tramo de la Castellana se caracteriza por fachadas renacentistas y antiguos palacetes. Si continuamos ascendiendo por el paseo, llegamos a la parada de metro de Gregorio Marañón, primera parada antes de llegar al centro financiero y de inversión por definición de Madrid: Nuevos Ministerios. Ya en Gregorio Marañón se puede apreciar cómo en el ambiente se empieza a notar ese cariz del mundo de los negocios. Numerosos hoteles, restaurantes y oficinas pueblan sus calles. Es muy cerca de esta parada de metro donde tenemos ubicada nuestra otra sede: Inspira Abascal, precisamente por todo esto que os comento. En esta zona, la esencia del negocio impregna el aire y se respira a lo largo de todo este emblemático paseo. Y nosotros, desde aquí, absorbemos esa increíble atmósfera de oportunidades, ofreciendo a cada persona trabajadora el espacio que se merece. Del mismo modo que desde Inspira Atocha, te facilitamos tu despacho privado y cualquiera de nuestras especiales salas de reuniones. Las califico de especiales debido a que cada palmo de este grandioso edificio transmite algo mágico, algo que te hace sentir la majestuosidad de tiempos pasados. Además, disponemos de una terraza al aire libre que no os quiero contar lo que se disfruta en esos magníficos días primaverales (veinte puntos más por mi parte, amante del sol y del terraceo). Bien es cierto que no se cierra igual un negocio en un espacio cerrado que en una mesita al sol saboreando un estimulante café. ¿O no?

Las grandiosas torres. Gigantes Financieros.

Continuamos nuestro camino hasta llegar, como os digo, al distrito de Nuevos Ministerios, donde nos topamos de golpe con el complejo Azca, corazón de los negocios de Madrid. Pone los pelos de punta observar sus tres inmensas torres que se elevan hasta el cielo como gigantes empresariales que son: la grandiosa Picasso, sede de empresas de gloria mundial como Google, la elegante Europa y la torre oficial de la empresa de BBVA.

Muy cercano encontramos el intimidante estadio de fútbol de Santiago Bernabéu. Y digo intimidante ya que una vez tuve la oportunidad de entrar y no os miento si os digo que tuve que cerrar los ojos y agarrarme fuertemente a la silla del vértigo que me provocó. Los negocios de los alrededores, como podréis imaginar, consisten en tiendas oficiales del Real Madrid, donde poder encontrar todo el merchandising que puedas imaginar de este equipo de fútbol.

Si continuamos, llegaremos a Plaza Castilla, con las emblemáticas Torres Kio y, cerrando el Paseo de la Castellana, nos encontramos con la “Cuatro Torres Business Area”. Si creías que las tres torres de Azca eran una auténtica locura, espera a ver lo que te espera en este enorme foco empresarial. Aquí se elevan como cuatro cohetes arquitectónicos la Torre de Cristal, la Torre Cepsa, la PwC y por último, la Torre Espacio. A mí el mero hecho de verlas desde abajo ya me produce una ansiedad espantosa (teniendo en cuenta que para mí y mi vértigo desmedido, un tercer piso es la máxima altura a la que estoy dispuesta a asomarme).

Bueno, estoy completamente segura de que me dejo muchísimas cosas que contaros. Pero como veis, es absolutamente increíble lo que Madrid puede ofrecer. Para todos los gustos, personalidades y necesidades, esta ciudad encontrará la manera de sorprenderte y superar todas tus expectativas. Sólo espero haber podido transmitiros una pequeñita parte de la admiración y amor que siento por esta ciudad que te acoge como a uno más y te hace sentir que todo, absolutamente todo, es posible.